SONAJERO Amín

Grisbel Medina R.

Cuando naciste, la Costa Norte y el Cibao Central padecían inundaciones. La lluvia no paraba y la embestida de ríos dolidos por tanta contaminación y precaria planificación urbana, anegaron el hogar de miles de familias. Te llevamos a casa bajo agua, te alimentamos bajo lluvia. El sol solo resplandecía en nuestros corazones. Lo demás era gris por el largo temporal que nueva vez desarropó el desaliento perenne de pobreza.

Despertabas, puntualmente, cada dos horas para alimentarte de un pecho blando y la ‘formulita’ que suplió la insuficiencia de leche materna.

Lloraba mirándote sorber y lloraba al regresarte al colchón calientito mientras tantos niños y niñas repetían en un refugio, dormían en el piso.

Saber que venías sacudió a más de un corazón. La amiga cuarentona, la periodista que iba y venía, la compañera de talleres, planes, viajes y proyectos ¡por fin! Estaba embarazada. Hice un master analizando el rostro de la gente al verme panzona, con el “tanque lleno”. ¡Qué risa! Eso sí, el amor me colmó de tantas maneras antes, durante y mucho después de abrazarte por primera vez.

Ayer cumpliste tu primer año.

Y ya estás dando pasitos.

Tienes fuerzas para revolver todo, gatear y estirarte manifestando enojo porque te impiden usar el teléfono. El cabello te roza las pestañas y me niego a cortar las hermosas hebras que hacen juego con la ternura que rebosas.

Eres Amín, por quien preguntan en la calle, a quien le dan vueltas por whatsapp, a quien le halagan con tantos detalles. Eres el dueño de todos los brazos de mi entorno.

Eres Amín en honor al brillante revolucionario Amín Abel Hasbún, lacerado solo físicamente por el gobierno de Balaguer.

Eres el muchachito de mamá, el príncipe de tantas tías y la cajita fuerte de cuatro abuelas.

Por ti, y por la inocencia de la infancia que nos rodea, me empeño –ahora con más fepara ser una mejor persona.

¡Dios te guarde amado hijo!