SONAJERO Corazón soberano

Grisbel Medina
sonriete_gris@hotmail.com
En tamaño tenemos un país chiquito. Mirando el mundo desde este pedacito del Caribe, somos apenas un puntito del planeta que sirve de hogar a 7,442 millones de personas. Eso sí, este pueblo tiene un corazón inmenso, un espíritu de lucha que ha soportado infinidades de batallas; una resiliencia admirable. Solo nos falta un poco de voluntad para que la corrupción y la impunidad sean castigadas y arrastren (si es preciso) hasta presidentes como en el reciente caso de Perú.

República Dominicana, la chiquita, es también un país de talento perpetuo. Mientras otras naciones tienen uno o dos artistas de renombre, nos damos el lujo de contar con decenas de perfiles en distintos géneros. Somos ricos en almas virtuosas. En nuestra tierra florecen voces para el canto lírico y el popular; se cultivan destrezas en las artes escénicas, el ballet, la música, la oratoria, el cine. En merengue, bachata, salsa, son, mangulina, bolero, palos, gagá, blues, jazz, existe todo un universo de nombres trascendentes.

Al Premio Soberano le faltan muchas estatuillas para premiar la cantidad de artistas que por ramilletes produce el frondoso árbol nacional. La queja porque faltó uno descubre la riqueza que tiene República Dominicana en las bases siempre llenas del arte dominicano. Y eso que al Soberano de Acroarte no le corresponde distinguir el vasto talento en las letras donde hay muchos nombres con importantes legados en anteriores y presentes generaciones.

La edición 34 de Premios Soberano volvió a evidenciar también el gran valor de la oportunidad. De aquella brecha que se abre a la gente deseosa de hacer y hacerlo bien. Además fue la mejor platea para reclamar que las portadas traigan más historias de éxitos y menos de víctimas; que la violencia machista no se trague la vida de mujeres, cada vez más jóvenes. En verdad tenemos un país chiquito, de corazón voluminoso y en capacidad de hacer cosas muy grandes.