SONAJERO El servicio

Grisbel Medina R.
sonriete_gris@hotmail.com
Hace poco compré un dispositivo para el portón de la casa. La joven que me atendió nunca me miró a la cara. Cada palabra suya la sentí como una bofetada. La verdad soporté por la necesidad del aparato.

Esta semana me reuní con dos personas en un restaurante. Sin responder al saludo, en la puerta me detuvo una joven porque “aun no estamos abiertos”. Como faltaba poco, descansé mis bultos de trabajo en el taburete de afuera. Francamente me lastimó la manera en que la aparente dueña me miró el tiempo que permanecí esperando.

Ya sentada, la “ama” del restaurante, se vistió de cortesía y saludó de besos y abrazos a mis compañeros de mesa. El trato fue distinto con ellos, varió porque les conocía.

Al rato, un joven camarero nos ofreció chocolate, café, galletitas. Conocía a mis compañeros de mesa por ser habitué del lugar, pero no me despreció por ser “nueva”. Al contrario, me miró a los ojos para saber si deseaba o no azúcar en el chocolate, si era negro o con leche, etcétera. Su presencia borró mi amargura de primeriza.

A su espalda, me confiaron que el joven es la sensación del servicio en el restaurante. Que una vez se marchó y el negocio bajó muchísimo. Que en él descansa la experiencia de quienes visitanÖ que su forma de tratar a la gente es especialÖ en fin. El servicio genuino, orgánico para usar un término en boga, es una marca intangible del joven. En cada comedor ofrecen comida, chocolate, agua, café. En el trato radica la diferencia.

El servicio dominicano cojea a nivel general. Es sordo ante las solicitudes de la gente. Los taxistas, la mayoría de las secretarias en centros de salud, los dependientes de tiendas, te tratan como desecho. Con escasas excepciones el personal de la mayoría de las empresas actúa en franca enemistad con la organización. Ahí descansa una oportunidad para los entes de capacitación.

El servicio no es llamarte “chula”, “linda” o “amor”. Es un conjunto de valores primarios, es seguimiento, es prudencia, es empatía. Bienes inmateriales como los del inolvidable camarero del restaurante