SONAJERO Duarte

Grisbel Medina R.
sonriete_gris@hotmail.com
Cada 26 de enero, Juan Pablo Duarte debe renacer en cada corazón dominicano. La fecha de su natalicio, debería ser el día para airear nuestra bandera con entusiasmo, colgar su pensamiento en las ventanas y, sobretodo, hacerlo valer en cada procedimiento del Estado. Y como es una responsabilidad conjunta, también enaltecer su ejemplo desde el quehacer individual.

Pero muy lejos estamos cuando a Duarte lo pintamos de ®señor®, de viejo verde, empequeñecido en el tiempo. El Duarte de La Trinitaria, que joven se enroló en los aprestos de liberación, es recordado en los libros con la cara pálida de un anciano olvidado, un alma desolada, un tipo triste.

Las gobernaciones que tienen la obligación de honrarle, organizan rondas mecánicas en estatuas y bustos donde lo moldean como el ®Señor Duarte®. Le llevan una corona que el aire de la omisión despedaza al día siguiente. La Comisión Permanente de Efemérides Patrias, órgano encargado de hacer valer fechas importantes de nuestra historia, repite cada año el mismo programa, el tradicional Tedeum, la misma procesión de poca gente cargando un detalle floral hasta los pies de Duarte. Poca creatividad para rendir tributo a nombres claves de la patria.

Hace falta creatividad (y también decisión política), para recordar -desde los libros- al Juan Pablo Duarte valiente, vigoroso, visionario y corajudo que echó andar las riendas de la República. Ya basta de maquillarlo de gris y tildarlo de ®romántico y solitario®, para restarle sus méritos.

Este 26 de enero, saca tu bandera por el renacimiento de Duarte. Muéstrala con orgullo en honor al hombre honesto cuyo ejemplo urge visibilizar para salvarnos de la honda fosa de la corrupción y la impunidad.