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17 ago 2018

SONAJERO Justicia

Justicia
Grisbel Medina
sonriete_gris@hotmail.com
La violación sexual es un crimen y si ocurre en la niñez marca para siempre. Que la violación sea perpetrada por un familiar, es más terrible. Se supone que ahí deben protegerte, amarte.

Sucede lo mismo con los practicantes de la fe. Quienes orientan sobre el “Dios bueno” no pueden ser esos que violen y aterren a más de mil niños y niñas como ocurrió por décadas en Pensilvania, según un reporte de 1,356 páginas que da grima leer.

En Santiago, la periodista Yomaira del Rosario le da seguimiento a las agresiones sexuales de Juan Arístides Rodríguez contra cuatro de sus hijas, la más chiquita embarazada y obligada a parir el hijo de su progenitor.

El Núcleo de Apoyo a la Mujer ofrece asistencia legal a las hijas víctimas del funcionario del Partido de la Liberación Dominicana, otro más de la cuadra morada implicado en agresiones de carácter sexual.

El juez Miguel Báez, de la Cuarta Sala de la Instrucción de Santiago, sacó del expediente a la hija mayor de Juan A. Rodríguez, de 34 años, quien fue víctima de incesto desde los 8 hasta los 18 años.



Ante esto, Susi Pola le recuerda al juez que la experiencia clínica mundial indica que sólo después de mucho tiempo las víctimas pueden contar el abuso. “Esto debido a amenazas, porque no les creen, por vergüenza, porque sienten culpa o miedo. Le recuerdo que la hija hoy con 34 años fue violada permanentemente por su padre desde los 8 años, con un embarazo a los 15 y una interrupción, practicado por el mismo padre incestuoso y luego completado el aborto en una clínica”.

En carta pública, Pola deja bien claro que el incesto es el abuso sexual que más huellas deja en la conducta de las personas: porque cuando una niña o un niño reconoce que la conducta incestuosa “no es normal”, es arropado/a por sentimientos ambivalentes. Señor juez, la justicia está en sus manos.

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