El Partido Revolucionario Moderno (PRM) lleva poco más de tres semanas que se instaló por primera vez como partido de gobierno con un presidente, Luis Abinader, sin experiencia de Estado previa y sin carrera política dilatada en lo referente a la carpintería de un partido.
En la medida en que pasa el tiempo los miembros y militantes del PRM, que aún no han recibido un empleo en el Estado, han empezado a desesperarse y las señales son cada vez más evidentes. Algunos han manifestado acciones de violencia, como golpear compañeros de su propio partido, otros han quemado gomas y algunos dirigentes de alto perfil empiezan a organizar los que siguen en el banco de espera con la finalidad de desarrollar una estrategia de presión que obligue al gobierno de Abinader a tomarlos en cuenta para empleos y cargos en el Estado o, de lo contrario, se podría producir una crisis importante a lo interno del PRM por los puestos de trabajo del sector público. En las redes sociales abundan las quejas de dirigentes de todos los niveles del PRM, porque los funcionarios, según dicen, no les toman ni las llamadas.
La situación es tal que dirigentes como el expresidente Hipólito Mejía, Jesús Vásquez Martínez o Geanilda Vásquez, han llamado a la calma a sus compañeros del PRM. Otro dirigente, Ramón Alburquerque, rechazó un nombramiento en el Estado, “porque eso no fue lo que hablamos” con el presidente Abinader.
Siendo justo, el presidente Abinader ha designado muchos funcionarios que no son de las filas del PRM, pero también muchos de primera línea que son dirigentes de larga data como Jesús (Chu) Vásquez Martínez, Deligne Ascensión, Luis Valdez, Antoliano Peralta, Antonio Almonte, Eduardo Sanz Lovatón, Orlando Jorge Mera y Roberto Fulcar, por citar algunos.
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