Como muchos periodistas especializados en el béisbol, C. Trent Rosecrans se toma la votación del Salón de la Fama como un sacrificio noble. La papeleta llega en el correo en noviembre y se pasa parte de diciembre estudiando como llenarla. Coloca sus datos sobre los jugadores en una libreta y se emociona al depositar el sobre en un buzón.
Este año el proceso resultó bastante distinto.
“Dejé sin abrir la papeleta hasta después de Navidad, ya sabía lo que tenía”, dijo Rosecrans. “Y no fue algo que disfruté”.
Los resultados de la votación de 2021 serán anunciados el martes, y Rosecrans no es el único que ha tenido que luchar con su voto esta vez. Con la candidatura de Curt Schilling en primer plano — y Barry Bonds y Roger Clemens aún en la papeleta — los votantes han tenido que escudriñar cuánto debe incidir la conducta del pelotero fuera del terreno en sus posibilidades de entrar al Salón de la Fama. Durante muchos años, las sospechas de uso de estimulantes para mejorar el rendimiento han influido en la votación. Ahora, algunos periodistas se replantean otras particularidades sobre las grandes figuras del béisbol, desde los incendiarios mensajes de Schilling en las redes sociales hasta las acusaciones de violencia doméstica contra Bonds y otros. Ken Rosenthal, colega de Rosecrans en The Athletic, abrió una columna reciente de esta manera: “Odio mi papeleta del Salón de la Fama. Espero que sea mi última”.
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