Una de las características distintivas del virus SARS-CoV-2 es que infecta a un gran porcentaje de personas que cursan la enfermedad de forma asintomática. Muchos se preguntan si tuvieron en algún momento coronavirus, y una conjunción de síntomas de las denominadas secuelas pueden advertirnos que fuimos portadores de la afección.
A pesar de que existe un test específico para determinar si una persona cuenta en ese momento con anticuerpos (IgG e IgM), se trata de una prueba de laboratorio bastante costosa, que no baja en la Argentina de los $2.500. Hoy, a poco más de un año de los primeros casos documentados en el país, sabemos que existen efectos a mediano y largo plazo que el COVID-19 puede causar tanto en aquellos que tuvieron síntomas en la fase aguda como en los que no manifestaron ninguno de ellos.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), al día de hoy, los síntomas más habituales son fiebre, tos seca, cansancio; mientras que menos comunes las molestias y dolores corporales, dolor de garganta, diarrea, conjuntivitis, dolor de cabeza, pérdida repentina del sentido del olfato o gusto y/o erupciones cutáneas o pérdida de la coloración en los dedos de las manos o de los pies. Entre los más graves, resaltan la dificultad para respirar o sufrir una sensación de falta de aire, dolor o presión en el pecho y la incapacidad para hablar o moverse.
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