Nueva York. Freddie Freeman ganó el MVP de la Serie Mundial, entró con una meta ambiciosa: ayudar a los Dodgers de Los Ángeles a capturar el campeonato y, con suerte, añadir un segundo anillo a su colección personal tras su victoria con los Bravos de Atlanta en 2021. Pese a su notable historial, esta vez, el camino no era sencillo; una grave torcedura de tobillo al final de la temporada había mermado sus capacidades, y muchos no esperaban ver a Freeman desplegar su ofensiva en el escenario más importante del béisbol.
Sin embargo, para Freeman, la Serie Mundial representó una oportunidad diferente, una chance de dejar una marca más allá de los títulos individuales y las estadísticas. Con 15 temporadas de éxitos, un legado como uno de los bateadores más confiables y múltiples selecciones al Juego de Estrellas, Freeman ya había ganado el respeto del mundo de la MLB y estaba prácticamente garantizado un lugar en el Salón de la Fama de Cooperstown. No obstante, el Clásico de Otoño es especial: un escenario donde los grandes tienen la oportunidad de convertirse en leyendas.
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